Rengo
Una vez, un auto me llevó puesto.
Cuando me levanté del suelo, seguí caminando;
pero un poco rengo.
Ese día, aprendí claramente que
cuando algo, cosa o situación,
nos atropella podemos seguir caminando,
inevitablemente, un poco más rengos.
Y ahora
que inexplicablemente somos obligados
a despedir a un tipo excepcional,
no queda duda
que todos estamos
mucho más rengos.
Cuando me levanté del suelo, seguí caminando;
pero un poco rengo.
Ese día, aprendí claramente que
cuando algo, cosa o situación,
nos atropella podemos seguir caminando,
inevitablemente, un poco más rengos.
Y ahora
que inexplicablemente somos obligados
a despedir a un tipo excepcional,
no queda duda
que todos estamos
mucho más rengos.
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